Cuando uno viaja realizando proyectos en los que parte del objetivo está enfocado en la educación, uno es consciente de la importancia que tiene que los gobiernos apuesten por ella, los niños son el futuro. La realidad es que partimos de que muchas de las infraestructuras son muy precarias, que el propio sistema está obsoleto y los contenidos escasos, por no hablar de que no todos los niños y niñas tienen la suerte de ir a la escuela, en algunos países el 25% está en sus casas, mientras el resto recibe clases.
Con ese escenario, te das cuenta del privilegio que tienen muchos alumnos donde vivimos. En concreto, tengo un amigo, el se llama Gorka y es un apasionado de su profesión, él educa en mayúsculas, va más allá de los contenidos y quiere formar personas que no sólo aprendan la lección, si no que sean conscientes del mundo que les rodea, que sepan desenvolverse en él, pero sobre todo que se procupen por mejorar las cosas.
En su asignatura de valores, pensó que poner los vídeos de mi viaje por Gambia, podía ser interesante para abordar geografía, sociales y otros temas. Su sorpresa fue que los alumnos fueron receptivos y les gustó viajar con nosotros desde la distancia, conociendo nuestras aventuras, pero sobre todo descubrir la realidad que hay en Gambia, sus colegios, su comida, sus necesidades.
A mi regreso me propuso ir al colegio y charlas con ellos y el 8 de junio fue el día. Antes de entrar en su clase, lo hice en la de otro profesor, Igor. El resultado fueron tres horas, en las que sin poner un vídeo, sólo con preguntas, respuestas y una buena conversación, hicimos un recorrido por un país en otro lugar del mundo, que se puso de relieve y sobresalio de un mapa en dos dimensiones, se sintió observado y escuchado.
Esa es la gran satisfacción de estas charlas, abrir mentes, reflexionar y dar voz a realidades que normalmente no la tienen.
Gracias a Gorka y sus alumnos por preocuparos, involucraros, pero sobre todo por darle sentido a la educación.