Con el calor que ha hecho hoy, pienso lo mal que lo estarán pasando bajo el sol en los campos de Grecia.
[googlemaps https://www.google.com/maps/embed?pb=!1m34!1m12!1m3!1d798006.1396671222!2d22.1743395257979!3d38.621015622281334!2m3!1f0!2f0!3f0!3m2!1i1024!2i768!4f13.1!4m19!3e0!4m5!1s0x14a0f15080753e5f%3A0xd8efaad5a615a0fa!2sAliartos+320+01%2C+Grecia!3m2!1d38.3741418!2d23.1060007!4m5!1s0x14a09eab028095a7%3A0x54deb33bd5596712!2sKato+Titorea%2C+Fti%C3%B3tide%2C+Grecia!3m2!1d38.6079741!2d22.7133309!4m5!1s0x135f50751346f1ad%3A0x400bd2ce2b987e0!2zTGFtw61hLCBGdGnDs3RpZGUsIEdyZWNpYQ!3m2!1d38.8710428!2d22.3814624!5e0!3m2!1ses!2ses!4v1467466511784&w=600&h=450]
A las 7:00 de la mañana me despedía de Aliartos. Sin desayuno en el cuerpo, no he durado ni 10km, y me he parado en un chiringo a pie de carretera. Conversaciones airadas entre los agricultores locales a esa horas. No sé que se dirán realmente, pero los griegos parece que discuten cuando hablan.
He retomado la ruta y aprovechando el frescor de 25 grados he tratado de rodar un par de horas. Todavía me faltan kilómetros, no avanzo mucho. A las 9:30 me he parado en Kato Tithorea, un pueblecito con bastante vida. Aquí me recuerda a España, que por muy pequeño que sea un lugar siempre hay bares. He comido un bocadillo y me han debido de ver acalorado, me han regalado una botella de agua helada. Por lo menos uno de los 10 bidones que me he bebido hoy estaba frío.
A partir de ahí me quedaban 63km, y se me han hecho largos, cada 10 km paraba a tomar aire en las sombras. Moteros que pasan de viaje y por suerte hoy poco tráfico. La carretera de la Grecia central, da paso de la Beocia donde estaba Aliartos, a la Ftiótide. Los paisajes de cereales siguen, pero esta vez hay una cordillera montañosa increíble, copada de nubes en sus cimas y donde se practica esquí. Cuando he pasado y he visto en un cartel estación de esquí, se me hacía imposible pensar que aquí llegue a nevar alguna vez.
Así que afronto la parte final, un puerto a 9 por hora y que llegar a su alto ha sido mágico. Nunca una gasolinera minúscula me hizo tanta ilusión. El grupo de moteros que me ha pasado antes, se resguarda a la sombra de los árboles. Le he pedido un refresco. Imaginaros que eso era como una oficina de hace 60 años y guarda en una nevera vieja cuatro aguas y varios refrescos. Y una sandía gigante que me ha iluminado la cara. «¿Poso canis?» (Cuanto cuesta), el hombre me ha regalado dos rodajas que me han dado la vida. La gente en Grecia es muy atenta y se preocupan mucho. Todos me dicen que cuidado y me dan consejos.
Después de media hora de conversación a la sombra arranco. Y me quedan 30km, 16 de bajada. Voy a decir que me siento muy afortunado porque mientras bajaba, sólo de pensar en subir todo eso me cansaba. Una vez abajo los últimos 15, a 40º. Que ilusión llegar. Al final 113km. La del hotel es de Cádiz y me hace descuento, así que contento.