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Atenas 1

ATENAS (13) No hay mejor comienzo que el reencuentro con un amigo. Ayer a la noche, Rami y yo quedamos a las 9:00 en Omonia Square, más o menos a una hora y media caminando de donde duermo. He madrugado y he ido a pie, me apetecía conocer Atenas y sus calles y no perdérmelo dentro del metro. A las 9:25 aparecía Rami y reencontrarte con un amigo que asocias a otro lugar es algo inexplicable. Paseabamos por las calles, de Omonia, a Sintagma, a la Acrópolis, monumentos, ruinas y muchos turistas bajo 34º aplastantes. El tiempo vuela contándonos cosas. En un momento dado le digo a Rami, que es curioso que  en el mismo sitio haya gente que pague por ver ruinas en un país y otra tanta llegue huyendo de un país en ruinas. Aunque aquí en Atenas, la cuna de la democracia, hasta la Acrópolis está en obras, visualizo como si la realidad fuese una página web y uno busca la página sobre la justicia y al entrar pone «En construcción».

Me cuenta que en Grecia hay muchísimos campos, pero que la realidad cambia día a día y cada vez se están complicando más las cosas para conseguir el asilo y el camino a un lugar donde trabajar y vivir normal. En Atenas hay campos en el Pireo, Skaramagás y unos lugares llamados Squats, que son una especie de lugares abandonados que anarquistas ocupan para acoger refugiados. Pero hay mucho secretismo y recelo y no se puede hacer fotos sobre ellos, ni dejan acercarse a asociaciones que quieren ayudar. Rami no lo entiende, porque sabe lo que los voluntarios son capaces de hacer.

Tras unas horas de paseos por la ciudad, quedamos cerca de un Squat para entrevistar a dos amigos suyos. Sentados en un parque conversamos los cuatro. Entre pregunta y pregunta no llegamos a entender porque todos ellos están estancados sin poder seguir camino. Huyen de la guerra, odian la guerra. De hecho hablando los cuatro, me confiesan que no conocen a ningún musulmán que apoye al Isis, todos los odian, porque no están luchando por nada que ellos defiendan. Ellos respetan y quieren un mundo tolerante y en paz. Mientras tanto Siria sigue aniquilándo su futuro con facciones que supuestamente luchan por los sirios y sin embargo trafican con ellos o los matan.

Dejamos la realidad en la hierba y me llevan a un hotel donde alojan a los más vulnerables (Hotel Plaza), uno de los que he entrevistado lo es. Durante la guerra la metralla de una bomba le dio en la cabeza y casi está ciego, aun y todo no para de sonreir. De camino encuentro a una niña de 13 años que entrevisté en Quíos. Allí iba con su prima de 11 años. Solas, sin padres. Ya  en la isla se juntó con un hombre que no nos daba ninguna confianza. La vida le ha dado otra oportunidad y la han recolocado en el hotel de vulnerables para agilizar sus trámites, pero está claro que hay gente que tiene magnetismo por juntarse o hacer lo que no debe. Caminaban solas por la ciudad y al verlas le he dicho a Rami. Les hemos pedido que regresen al hotel, son presa de los traficantes. Regresaban de mala gana y de camino se junta con otra chica que daba menos confianza que el hombre de Quíos. Poco podemos hacer contra los destinos que se marcan a veces las personas. Salen por esa puerta quizá por el camino que no les lleve a Europa.

Despedimos el día con un frape helado y un gran abrazo. Mañana el campo del Pireo.

 

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